jueves, 6 de agosto de 2015

Cheles en el gran circo polar.


Era 6 de agosto y Cheles quería felicitar a su mamita Mar en persona para darle una gran sorpresa. Le encantaba compartir los cumpleaños con ella y como se encontraba en mitad de Roma, se acercó a la fontana de Trevi y lanzó una moneda de espaldas para pedir su deseo.

Deseo, deseooo! –Cheles cerró los ojos con fuerza mientras lo formulaba.

Al abrir los ojos de nuevo su cara se llenó de felicidad. ¡Se había trasladado de golpe y porrazo, nada más y nada menos que al Círculo Polar Ártico!

¡Qué blanco y que bonito es todo esto! –Se dijo Cheles a sí misma. ¡Y tampoco hace tanto frío!

Aun así Cheles se acordó de las palabras que mamita Mar le espetaba cada vez que refrescaba.

¡Cheles, tápate bien, hasta el cuello, que vas a coger frío y te vas a quedar sin salir!

¡Mamita Mar es un poco pesada, como todas las madres, supongo! Sé que lo hace por mi bien así que le haré caso y me abrocharé hasta el cuello. –Pensó Cheles al tiempo que se abotonaba el anorak hasta la garganta.

Cheles llevaba un buen rato andando sobre la nieve y por fin alcanzó la cima de una colina desde la que se divisaba un gran valle. Al fondo del valle se veía una cúpula de tela blanca con rayas amarillas.

¡Es el gran Circo Polar! –Gritó Cheles desde lo alto de la colina. Mamita me dijo que iba a pasar aquí sus vacaciones ayudando a unos amigos a adiestrar a los osos polares. ¡Ayudando, ayudando, mamita siempre ayudando!

Cheles corrió tanto y con tanta ansia por encontrar a Mar que tropezó y calló rodando el último tramo de la cuesta abajo.

Entre tropiezo y tropiezo Cheles llegó hasta la puerta del gran circo, donde le recibió una foquita gris perla que no paró de darle besitos y lametones.

¡Quieta, Perlita. Te llamaré Perlita! – Le dijo Cheles entre carcajadas provocadas por las cosquillas de los bigotes de la foca.

Cheles se deshizo por fin de Perlita y se encaminó a la entrada del gran Circo. Al entrar, sus ojos se iluminaron como dos faros. Mamita mar se encontraba en la pista central, rodeada de osos polares y vestida con un mono azul brillante con estrellas amarillas, ¡y tocada con un gran turbante blanco!

¡Mamita, mamita! –Vociferó Cheles al tiempo que corría a abrazar a Mar. ¡Feliz cumpleaños, mamitaaaa!

Mar se sorprendió de ver a Cheles en el Círculo Polar, pero se alegró de poder abrazar a su pequeña y traviesa Cheles el día de su cumpleaños.

Mar accedió a que Cheles se quedara las dos semanas que duraría el adiestramiento de los osos polares compartiendo con ella la caravana donde se alojaba. Pero le advirtió de que cuando el circo arrancara su temporada a finales de agosto, tendría que volver a sus viñetas y ella a su trabajo habitual en los aviones.

Cheles refunfuñó, como siempre hacía cuando mamita Mar le imponía algo, pero  por dentro estaba completamente feliz de poder estar con su mamita y aprender de ella todo sobre el adiestramiento de osos polares. ¡Una extraña capacidad, desde luego!

Durante el tiempo que duró la estancia no paró de jugar con perlita y correr detrás de los pingüinos payaso y las focas trapecistas. Disfrutó de cada momento en el circo como si fuera el último.

A la vuelta de las dos semanas, se fundieron en un gran abrazo, como siempre hacían cuando se separaban, y entre lágrimas se despidieron hasta el año siguiente.

¡Sé feliz, mi pequeña Cheles!

(Relato para "Cinco Palabras" VOL. V TERCER AÑO)

Un beso amigos.

Pequi.